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Murales narrativos, personajes colectivos

Los Calladitos, una pareja mexicana de diseñadores gráficos, Jorge –animador– y Ari –ilustradora editorial– crean historias y personajes con un realismo mágico inspirado que representa la comunidad en la que están trabajando. Durante su trayectoria han intervenido murales en el Festival Mextonia, en Estonia, y Mister Freeze, en Toulouse; también participaron en la 4ta Bienal de Muralista y Arte Público en Colombia, y visitaron Barcelona con Montana Colors. Además de pintar en Guanajuato, donde actualmente residen, también lo han hecho en Cancún, Tulum, Bacalar, Guadalajara, Querétaro y la Ciudad de México. El proyecto surgió cuando ambos comenzaron a crear personajes de los lugares que visitaban para poder contar historias sobre ellos a través de sus murales.

En entrevista con Tránsito cuentan sobre el primer personaje que dibujaron y cómo sigue apareciendo en más de sus trabajos.

“Empezó hace tres años, en un mural en Querétaro. Era un personaje, un cimatario, protector de la tierra. Y ahí empezó el concepto de Los Calladitos. De ahí comenzamos a desarrollar más los personajes… cada mural nos hace crecer el universo de Calladitos. Este personaje ya existe. Y éste (que estamos pintando) ya existía, pero a todos los hacemos que vivan en el mismo universo. No es otra idea totalmente, es crear más personajes dentro del universo”.

Cada personaje tiene su estilo, su personalidad, a partir de la cual buscan una apropiación por parte de la gente hacia el mural. Como es el caso de Don Goyo, el personaje poeta del universo de Calladitos, quien tiene una máquina de escribir mágica y con sus poemas llama a los aluxes, duendecillos que surgieron a partir de leyendas mayas. Cada personaje se desarrolla en los murales y, a partir de ese trabajo, surgen más elementos que conforman su universo. Dentro de él hay seres de luz, grandes protectores, que son artistas de profesión.

Su estilo podría estar dirigido a un público infantil, pero al inspirarse en el lugar donde se encuentren trabajando han logrado que la comunidad, de todas las edades, se identifique con los murales; dentro de sus experiencias nos cuentan que durante el proceso y años después de haber concluido sigue existiendo un vínculo.

Recientemente participaron en Bakalarte, festival internacional de street art, en Quintana Roo, México, en el cual su participación fue de las más relevantes, pues la población se siente identificada con conceptos que expresa su pieza: “… En el Goyo, nos comentaban, es un lugar donde hacen reuniones y ubican que él es Don Goyo de Bacalar. Ya es un personaje para la comunidad…”.

“En Estonia también ha estado padre, porque fuimos hace dos años y todavía nos mandan fotos del muro con chavos de allá diciendo ‘este personaje soy yo’. Cuando lo estuvimos pintando pasaban señores que no hablaban ni español ni inglés y nos agradecían mucho”.

Ellos no se encasillan con un estilo folclórico mexicano que podría resultar cliché. Para Tránsito, explicaron que a pesar de separarse de eso siguen reconociendo su trabajo como un arte muy mexicano por los colores que utilizan.

Al ser pareja, Ari y Jorge han sabido complementar los intereses y aptitudes de cada uno al momento de trabajar: él genera ideas puntuales, mientras que ella las desarrolla. Este mecanismo lo han aplicado en distintos medios de expresión, como la animación o la pintura, para seguir desarrollando su aproximación en el mural. Sin embargo, el comienzo de su colaboración no fue sencilla:

“Al principio sí era algo difícil. Justo nos tocó pintar un mural uno frente a otro, y pues tuvimos que aceptar críticas. Es complicado al principio, pero hay que aprender a entender que esa persona también es un ojo entrenado y un ojo que ve cosas que tú ya no ves. Por ejemplo, que te digan: “oye, esa mano se ve muy grande”, y al principio sí es duro. “¿Por qué no me dijiste antes?”, ¿no? Y, no sé, es dejar ir esos egos. Creo que es lo primero que se tiene que soltar. Saber que la persona con la que estás trabajando te lo está diciendo porque ve algo que tú no. Nuestro estilos en estos tres años se unieron tanto que ya no sabes bien quién hizo qué. Entonces está padre, porque los dos ya pintamos de la misma forma. Mugrosos de la misma forma”.

Tras conocerse por 15 años han sabido comunicarse sin el temor de que el otro se enoje, y mientras trabajan son movilizados por el deseo común de que el resultado quede bien, que las historias relatadas se expresen gráficamente en el mural, sin palabras… por eso son Los Calladitos.

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