Imagina que han pasado 1,000 años posteriores a esta época. ¿Cómo se vería el mundo? ¿Hasta dónde habría llegado la tecnología? ¿Cuáles serían las disertaciones del razonamiento humano? Tal vez por la distancia temporal es algo muy difícil de descifrar; sin embargo, Jeavi Mental es un artista que juega con diversos medios para presentar su obra, misma que hace una reflexión sobre un futuro distópico en relación con las raíces ancestrales de México. Conversamos con él previo al montaje de Maquinatl II, su primera exposición en las vitrinas de una de las instalaciones del metro de la CDMX.
Sin una formación académica formal, Jeavi encontró en la calle a personas que fungieron como maestros, siempre orientados al arte y la creación de imagen, y se sintió influenciado en gran medida por su interés en los cómics y la ciencia ficción. En un inicio, halló una gran facilidad para expresar ideas por medio del dibujo, y se encaminó en áreas de diseño y publicidad, pero irónicamente ese mismo quehacer lo alejó de la esencia inicial del dibujo como acto expresivo. Posteriormente abandonó ese terreno laboral y decidió comenzar una introspección que relacionaba sus dudas sobre la existencia y su afición por la gráfica tecnológica.


Actualmente sus principales figuras son mujeres cyborgs o fembots en fusión con algunos elementos simbólicos del folclor mexicano y de algunas otras culturas del mundo. Esta inquietud nació a partir del entorno ecléctico en el que creció, cercano a las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe, en el que las culturas se cruzan de manera fortuita: un danzante con penacho a un costado de un McDonalds con la Basílica de Guadalupe y sus peregrinos al fondo; esa extraña combinación detonó en él una inquietud por el sincretismo de lo ancestral y la modernidad, y lo hizo plantearse la pregunta: ¿hacia dónde vamos?
En el plano tecnológico, la humanidad continuará evolucionando desde lo que se está desarrollando artificialmente, como las máquinas, dispositivos y softwares, y también se da la evolución de la misma tecnología orgánica que nos compone: “La especie humana es una máquina”, nos dice Javi Mental, y plantea al mismo tiempo su visión basada en las ficciones que se han creado sobre el tema de los cyborgs y la inteligencia artificial. En la mayoría de los casos, dicha tecnología termina dominando a la raza humana o a la extensión de la misma.


“Creo que es un desenlace lógico en cuanto a la relación mundo-máquina, pues la creación de estos mecanismos está hecha en función de la mejora de las habilidades del humano: la memoria, la fuerza, la velocidad, todas las capacidades en un solo organismo”.
Son tres los principales referentes en los que basa la interpretación de su obra: la primera es la serie Ghost in the Shell, el la cual la humanidad convive de forma tan estrecha con los robots que los integra en su vida cotidiana, el avance es tal que ya no se sabe la diferencia entre un humano nacido orgánicamente a una inteligencia artificial instalada dentro de un cerebro orgánico, lo cual detona una duda existencialista inmensa sobre el origen de nuestra conciencia: ¿Qué es un cuerpo humano?
Al mismo tiempo plantea una dependencia tecnológica que fusiona al ser humano con la tecnología en un mismo organismo casi inseparable. Esa relación casi intrínseca es algo muy sencillo de ver hoy en día, como el uso del teléfono celular, que cumple la función de nuestra memoria al almacenar datos e información del día a día.

Su segunda alusión importante es la saga de Matrix, en la cual ofrece la idea de que la sociedad vive en una realidad virtual controlada por máquinas que utilizan cuerpos orgánicos como energía y los mantienen en un estado de hibernación de conciencia, que es una postura muy contundente sobre la percepción de la realidad. Y para despertar de esa realidad implantada se tiene que elevar el estado de conciencia por medio de una gran determinación mental o con métodos mucho más radicales, siendo este punto el que se agrega como su tercer eje argumental: el interés en el estudio del uso de plantas de poder.
A lo largo de su estudio sobre individuos y culturas que han sido ungidos con conocimientos conectados al cosmos y descargas de información, Jeavi se percató de que hay un universo infinito de posibilidades de interpretar la realidad.
“Al asimilarnos como máquinas tenemos un bloqueo ‘de fábrica’ que nos impide acceder a la multiplicidad de la realidad; ni siquiera podemos entender lo que hay más allá de lo que percibimos como materia”.
“El uso de las plantas de poder me ayudó a acceder a otro tipo de información que ni si quiera imaginaba; es como un hackeo del sistema, empecé descubrir otras emociones, sensaciones y colores, trasladarme a lugares con una naturaleza mística que me parecía familiar y me hacía pensar que ya había estado ahí antes, al menos mi conciencia o que tal vez había sido parte de eso, como lo plantean las principales doctrinas religiosas en las que todos somos parte de una sola cosa”.


La muestra Maquinatl está enfocada en la unión de estos temas, la casi religiosidad de las plantas de poder, la ciencia ficción, la tecnología, el folclor mexicano y xamánico reflejado en un territorio cotidiano. ¿Qué pasaría si en este momento las máquinas tomaran el poder en un lugar como la Basílica de Guadalupe? Probablemente empezarían a explorar su entorno y a registrar su todo a su alrededor tratando de decodificar todo y catalogarlo.

Se trata de tres esculturas construidas con elementos de maquinaria reciclada, algunas extremidades humanizadas y complementos de indumentaria tradicional. Representan una exploración de los personajes en un territorio interdimensional, una experiencia desconocida e impredecible donde hay peligros, hay que estar alerta y cada personaje juega un rol que se traduce a la vida misma.
La bruja abuela tiene experiencia y conocimiento; la madre que trabaja el maíz en el metate posee madurez y fuerza, y la niña es una guerrera menos experimentada pero con gran energía y avidez de consciencia. Todas tienen distintas virtudes y defectos que se contraponen.
“Vas pagando con el tiempo la sabiduría de la experiencia”.
La instalación forma parte de una exposición más grande que se presentó en noviembre de 2017 en el patio del Palacio Postal en la CDMX, y las obras se unifican mediante piezas que representan de la primera a la cuarta dimensión, cada una representada de manera diferente. La parte que se presenta en esta ocasión en el metro representa la tercera dimensión y está pensada idealmente para poder verla a través de cualquier perspectiva.
La exposición estará montada a partir del 26 de abril hasta el 26 de junio en la estación del metro Basílica. Visítala y sigue a Jeavi Mental para conocer sus próximos proyectos.
Por: Alberto Ruiz